martes, 27 de mayo de 2008

Ensayo solicitud de Maestría



28 de febrero de 2008.




En esta vida lo único que se queda contigo para siempre es lo aprendido”, “Nadie te puede quitar lo bailao’”, “La educación es la mejor herramienta para un futuro brillante”; son frases tarareadas, estrujadas y recitadas de boca en boca, de generación en generación, palabras que nunca antes habían sido tan premonitorias y acertadas, como en esta época tan precipitada a los hechos, donde los momentos son más efímeros que un pestañeo y los impulsos son la orden del día.



Proseguir mis estudios no es meramente un capricho o el deseo de obtener el papel que certifique, aprobé los criterios de evaluación establecidos por alguna u otra  institución académica; independientemente del simbolismo y lo que representa el contenido de dicho papiro. Es un deber que tengo con mi familia, mi país y mi futuro, el de asegurar una carrera que me sostenga económicamente, vaya a la par con mi ética profesional y personal, rete mi intelecto y me haga crecer como persona.



En una sociedad, donde la capacidad y el potencial de sus habitantes suele medirse por el logotipo de la cartera o la chatarra sobre cuatro ruedas que nos transporta, no es de extrañar que la ignorancia posea más seguidores, que el candidato predilecto a la gobernación del país. Tener preparación académica me parece una buena opción para sobrevivir y mantenerse sano y cuerdo en la contrariada atmósfera de este Macondo tropical.


Ahora la gran pregunta que dio muchas vueltas en mi cabeza. ¿por qué periodismo? ¿Comunicación publica? ¿Teoría investigativa? ¿Realmente es conveniente? ¿Tendrá demanda de trabajo? ¿Podré aguantar años en esta profesión y mantenerme mentalmente saludable? Son tantas las interrogantes que responder. A mi entender Puerto Rico necesita educadores con visión, trabajadores sociales comprometidos con la comunidad, maestros no huelguistas, policías que no pongan en riesgo la seguridad de los ciudadanos, médicos honrados, políticos decentes; en fin, la lista es larga y pocas son las manos dispuestas a realizar la tarea.







El conocimiento es la llave que abrirá las puertas de todas las oportunidades en mi vida y nada mejor que el periodismo, ya que siempre me ha gustado develar la verdad a través de la palabra escrita, y en un país como este la falta de información objetiva, es nuestro pan de cada día y un gran problema por resolver que abunda en los medios comunicativos de la isla; éstos son la balanza con la que el resto de la ciudadanía evalúa sus actos.



Lo agradable de estudiar una carrera en comunicaciones, es que me permite ejercer y realizar una labor social de manera directa con mi nación. La gran escuela de un pueblo es la comunicación masiva (deja saber a tantos en tan poco). Un pueblo educado no pasa por tonto ante sus gobernantes, previene las adversidades del futuro con cautela en el presente, y es un entorno en el que las personas pueden expresar su libre albedrío sin faltar el respeto a los otros. Sin muchos por menores, es el ambiente en cual deseamos crezca nuestra descendencia en camino.


Actualmente pertenezco al equipo de trabajo de la Asociación de la Distrofia Muscular, en donde inicie mi recorrido en el territorio de las relaciones públicas y el mercadeo investigativo.  Es un trabajo en el cual he aprendido mucho sobre las diversas tareas y posiciones en el área de las comunicaciones. Gracias a la experiencia que he obtenido, me es necesario y de mucho interés, continuar mi desarrollo académico, cursando grados conducentes a la maestría en periodismo.



He  llegado al fin de este ensayo, donde lo único que terminan son las palabras escritas y los cantazos en el teclado, ya que el pensamiento repleto de ideas, incertidumbre y preocupaciones, continuará eternamente recalcándome mi potente interés en pertenecer a la elite de comunicadores, ya sean artistas, poetas o locos  que se encargan de propagar los beneficios, la verdad de los hechos y la información genuina a esta hermosa perla del encanto.


En días de lluvia... (viernes 5/23/08)

Tiempo atrás pensaba que los días lluviosos eran maravillosos, sobre todo esos que en realidad no cae ni un gota de agua, pero el clima es frío, ventoso y nublado. Dicha suma se traduce en un buen día para los habitantes del trópico, que sabemos lo tedioso que es la mezcla atmosférica de humedad, sol, lluvia e inundaciones que suelen estar muy presentes en nuestra rutina climatológica. Hoy mi día ha sido uno muy lluvioso y como la canción de Maná dice: “No ha parado de llover”, mis mahonés, la espalda de mi blusa y zapatos están empapados de agua, misteriosamente para ustedes mi pelo como el de muchas mujeres vanidosas esta milagrosamente seco. La descripción del día puede que sea un cierto innecesaria y meramente caprichosa, pero complace mis antojos. Creo que por muchos años mi manera favorita de pasar un día así, era bajo las sabanas, si era acompañada mejor, con muchas películas de comedia, cómodas pijamas, pantuflas mulliditas y muchas tazas de chocolate caliente.


Al parecer, con el pasar de los años esos tiempos fueron idealizándose en mi memoria, para bien o para mal esta y muchas vivencias más son parte de un pasado efímero que permanece latente en mi corazón. Es lo mejor y lo peor que puede pasar con los recuerdos. Algunos piensan que un futuro prometedor y un grandioso porvenir ofrecen el empuje necesario para mantenernos a flote; en mi caso no es así, ese pasado anhelado de momentos felices, es el motor que me da la fuerza para seguir hacia adelante. Pasado lleno de historias, personas especiales que se fueron para no volver, aventuras cotidianas e instantes simples y hermosos que ahora parecen míticos. Hace poco, comprendí que los domingos con mis tías en el balcón de la casa de Camuy, las longuitas de fin de semana, las tertulias con papi & compañía, los festivales de rock de día entero, los almuerzos estilo picnic, los “brownie & playdough nights”, las noches alucinógenas en “Pine Groove”, las caminatas improvisadas por Condado, los juegos de “Stop” en la cafretería, BBQs con pistolitas de agua y las cenas familiares en que mi abuelo es el zafacón de la mesa, son solo un puñado de ilusiones que mi mente guarda como el tesoro más preciado.


Con 21 años a cuesta, la lista del párrafo anterior debe ser solo el comienzo de muchas páginas de acontecimientos, al menos es ese el pensamiento que supongo debo tener en este instante, pero como dijeron en la película de ayer, llega un momento de la vida, en que te empieza a quitar en vez de dar, y me identifico mucho con esa expresión por que llegue a la etapa en que para obtener lo que quiero debo poseer mucha convicción y fortaleza, por que las pérdidas del camino son bien tan dolorosas, antes perdía un diente de leche ahora lo que se va deja un profundo hueco que no se llena jamás.